miércoles, 30 de septiembre de 2009

SIRENAS



!INCREIBLES CRIATURAS¡




En la mitología griega, las sirenas (plural griego: Seirênes) eran tres peligrosas mujeres-pájaro, retratadas como seductoras, que vivieron en una isla llamada Sirenum Scopuli.
Más tarde, las tradiciones identificaron la geografía de esta isla con los floridos islotes de Anthemoessa, Anthemusa, el Cabo Pelorum, las islas de Sirenusian cerca de Paestum o de Capreae. Todas estas localizaciones están rodeadas por acantilados y rocas.
Los marineros que navegaban cerca de estos lugares escuchaban su música encantadora –que eran las voces de las sirenas– y naufragaban inevitablemente en las costas rocosas.
Aunque engañaban a los marineros, las sirenas no eran deidades marinas.
Estas mujeres mitológicas son consideradas hijas del dios del río llamado Achelous, padre de Terpsícore, Melpomene, Sterope o Chthon y la Tierra, tal como escribe Eurípides en su obra dramática Helena. Allí, Helena, angustiada, las llama “mujeres aladas, vírgenes, hijas de la Tierra”.
Sin embargo, los escritores romanos relacionaron a las sirenas, ante todo, con el mar. Las llamaron “hijas de Forcis”. Homero no agrega ningún dato sobre su origen o nombres; sólo menciona dos sirenas en la Odisea.
Escritores tardíos sí mencionan sus nombres y número: tres sirenas llamadas Peisinoe, Aglaope, y Thelxiepeia, o una tríada bautizada como Parthenope, Ligeia, y Leucosia. Por su parte, Eustathius indica que eran dos, Aglaopheme y Thelxiepeia.
Su número varía según los relatos mitológicos o dramáticos. Por lo general, son entre dos y cinco, y sus nombres suelen ser Thelxiepeia/Thelxiope/Thelxinoe, Molpe, Aglaophonos/Aglaope, Pisinoe/Peisinoë, Parthenope, Ligeia, Leucosia, Raidne y Teles.




Las sirenas, como las arpías, condensan cualidades de las mujeres y de los pájaros. En el arte griego temprano, las sirenas fueron representadas como aves dotadas de grandes cabezas femeninas, plumas de pájaro y pies con escamas. Otras veces, se las representaban con melenas de león.
Más adelante se retrataron como figuras femeninas con piernas de pájaro, con o sin alas, que tocaban variados instrumentos musicales, especialmente arpas.
Una enciclopedia bizantina describe los pechos de las sirenas con formas de gorriones o afirma que estos seres mitológicos eran pequeños pájaros con caras de mujeres. La comparación con los pájaros, además, surge por sus hermosas voces características.
Pero las últimas versiones pictóricas de sirenas las muestran como damas seductoras, de hermosa apariencia física.
El hecho es que en español, francés, italiano, polaco, rumano o portugués, la palabra para mermaid es respectivamente Sirena, Sirène, Sirena, Syrena, sirena y Sereia.
Esta falta de diferenciación (que sí conserva el inglés) genera confusión visual para la representación de las sirenas que en inglés aluden a “mermaids” (mujeres-peces).
Durante el siglo primero, el historiador romano Plinio el Viejo creía que las sirenas eran pura fábula “aunque Dinon, el padre de Clearchus, un escritor reconocido, afirme que existen en la India y que encantan a los hombres con sus canciones, primero calmándolos para dormirlos y luego desmembrándolos cruelmente”.
En sus anotaciones, Leonardo da Vinci menciona la existencia de sirenas. También en 1917 Franz Kafka escribió acerca del “Silencio de las sirenas”.
Una supuesta sirena proveniente de Canosa, un sitio de Apulia (que por entonces era parte de la Magna Grecia) acompañaba a los difuntos durante los entierros, para conducirlos en el viaje hacia su vida futura.
Se han hallado figuras de terracota con rastros de un pigmento blanco, original, que revela una mujer con patas, alas y cola de pájaro. La misma se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de España, situado en Madrid.





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